Más de uno se preguntará: ¿y no es aún muy pronto para hablar de Semana Santa? Y sí a primera vista esto pudiera parecer cierto, en realidad no lo es por muchos y diversos factores, sobre todo cuando se trata de una de las tradiciones más notables y con mayor repercusión; esa “Semana Mayor” que muchas generaciones de nuestros antepasados aguardaban con enorme entusiasmo a lo largo de todo el año, y que como tal requería, y requiere hoy, una preparación pausada, de serena reflexión y revisión, pues son muchos los ingredientes con los que se conforma su personalísima identidad isleña y tradicional, aunque adecuándose sabia y parsimoniosamente a la realidad y las exigencias de los tiempos por los que transita. A todo ello debemos añadir en la actualidad la trascendencia que, una celebración tan arraigada, tan expresiva del rostro y la personalidad de barrios históricos como Vegueta y Triana, cuando no de otros lugares de la isla como Moya, Agüimes, Guía, Gáldar, Teror o Telde, puede tener ante quienes nos visitan, ante quienes desean disfrutar del maravilloso clima insular, de sus magníficas ofertas deportivas y de ocio, pero a la vez acercarse a la cultura, a la idiosincrasia, a las tradiciones, al ser y sentir de la Gran Canaria que gustan visitar y quieren compartir también en toda su diversidad.
Semana Santa isleña de inefable memoria:
traje nuevo bordado, zapatos de charol…
Ruidosos triquitraques del Sábado
de Gloria:
humo de sahumerio, algarabía y sol.
Josefina de la Torre, de su poemario
“Medida del Tiempo”
“...coge y sobrecoge a la ciudad de punta a punta, enseñoreándose y proclamándose dueña del ambiente. Que esa es la principal nota de la Semana Santa de Las Palmas: un ambiente que no sólo perfuma el contorno y hace que hasta el olor de las rosas y los claveles exhalen un penetrante aroma de la liturgia, sino que se hace aire vital metiéndose en los pulmones de las gentes que ya son, viven y se mueven en Semana Santa”.
Ignacio Quintana Marrero, 1948, en el primer pregón de la Semana Santa de Las Palmas de Gran Canaria.
“Nadie que haya contemplado a las ocho de la noche del Miércoles Santo, la subida por la calle del Doctor Chil del Señor de la Caída; el paso por nuestras calles en la mañana del Viernes santo de las magníficas imágenes del Cristo de la sala capitular y Nuestra Señora de los Dolores, o los Retiros de San Francisco y Santo Domingo la noche del último citado día, puede sustraerse a una honda emoción, conmovedora en alto grado…”
Eduardo Benítez Inglott, en su “Historia de nuestra Semana Santa”
“…En una ciudad como la nuestra, en la que sucedían tan pocas cosas, la Semana Santa constituía cada año un acontecimiento que, por repetido, no dejaba de ser esperado con deseo por los vecinos. Estos se preparaban a lo largo de la Cuaresma para tener acomodadas sus conciencias y también sus indumentarias a la grandeza de los días solemnes por venir. Los ejercicios piadosos en los templos y los encargos a sastres y costureras eran ocupaciones suficientes para llenar las semanas interpoladas entre el Miércoles de Ceniza y el Domingo de Ramos….”
José Miguel Alzola, 2008, de su libro “Semana Santa. Las Palmas de Gran Canaria”
Toca la campana; el día enciende sus primeras luces. «Viernes Santo»; de los oscuros portales de siglos, de Triana y los barrios altos, una a una, llegan a Vegueta decenas de mantillas en la plenitud de su fiesta grande. Ahora queda atrás la «Semana Santa» un año más, pero no la «Mantilla Canaria» que, día a día, se despliega en e alma grancanaria como esa otra bandera que enarbola su añoranza.
Juan José Laforet, 1999, de su libro: “Crónicas y Estampas de la Semana Santa laspalmeña”
La Semana Santa terorense, recogida y austera, con actos procesionales todos los días que permitía la liturgia, tenía rango de gran ceremonia desde la primera a la última de las celebraciones…”
Vicente Hernández Jiménez, de su libro “La Semana Santa de Teror”
La Semana Santa ha sido en la historia de Agüimes uno de los principales acontecimientos culturales, sociales y religiosos del año. Entre sus actos más señeros destaca en la actualidad el “Auto de la Pasión, Muerte y Resurrección …y era el Hijo del Hombre”
“Dicen que la noche se deshilachó como un prado de cerezas. Y el viento fue toda luz, mientras Él volvía a la vida, como si nunca hubiera conocido la muerte. Pues era el Hijo de Dios. ...y era el Hijo del Hombre.”
Orlando Hernández Martín, frase final de su “Auto de la Pasión, Muerte y Resurrección …y era el Hijo del Hombre”
“El arte se mezcla con la fe y religión y hacen un auténtico espectáculo que recorre las calles históricas de la ciudad de Guía de Gran Canaria. Santa María de Guía es, sin duda alguna, una de los lugares más importantes, en cuanto a nivel cultural y artístico, de Canarias.”
Nathanael Díaz Armas, 2006. “Semana Santa en Guía, la ciudad de Luján”
“El revienta Judas de Santo Domingo, la procesión del Resucitado en San Francisco y la del Jueves Carnal, ofrecían a nuestros antepasados nuevos motivos de ocupación y de ser obsequiados con almuerzos en las casas por donde pasaban las procesiones…”
Domingo J. Navarro, 1895 “Recuerdos de un noventón”
“Según cuentan los cronistas de la mitad del siglo anterior nuestros abuelos dulcificaban la Cuaresma con jícaras de chocolate y ciruelas en almíbar. Cuando llegana la Semana Santa las damas y caballeros asistían a las procesiones con sus mejores galas, como un preludio de los “corrillos de amena tertulia” en plazas y paseos, hasta la ceremonia final del Sábado de Gloria en el recinto de la catedral con un diluvio de aleluyas que caían desde el cimborrio para regocijo de la multitud al recogerlas”
Luis García de Vegueta.
Esta ciudad “…instituyó, desde casi los tiempos de su fundación y a lo largo de sus cinco siglos de existencia, muy diversas ceremonias y festividades que, con el paso de los siglos, no sólo conllevaron la configuración de tradiciones, costumbres y usos propios y peculiares, sino que contribuyeron a definir, en buena medida, la idiosincrasia de sus vecinos, a la vez que solemnizaban y enriquecían la imagen de la ciudad ante sus propios habitantes y fuera de las fronteras de la isla”.Jerónimo Saavedra Acevedo, 2008, en Prólogo al libro “Semana Santa, Las Palmas de Gran Canaria”
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